Los orígenes de la DESCONFIANZA

Es un tema difícil el que voy a tocar, especialmente por su complejidad y por el dolor que a algunos les produce.

En esencia, el origen de la desconfianza muchas veces proviene de vivencias de abuso, manipulación o humillación que padeciste durante la infancia. Estas experiencias de dolor te dejaron marcas que finalmente determinan lo que piensas, sientes y haces como adulto.

LOS ORIGENES como violación de límites

1. Alguien de tu familia abuso físicamente de ti o te maltrato cuando eras niño (abuso físico)

2.    Alguien de tu familia te humillaba, se burlaba de ti o te menospreciaba (abuso verbal)

3.    Alguien de tu familia disfrutaba viéndote sufrir

4.    De niño te obligaron a hacer cosas mediante amenazas y castigos severos

5.    Uno de tus padres te recordaba que no podías confiar en nadie

6.    Alguien de tu familia que supuestamente debía protegerte comenzó a hacerte daño deliberadamente y tú estabas indefenso

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Si te sucedió esto para ti las relaciones humanas no son relajantes, sino peligrosas e impredecibles y por ello te sientes vulnerable. Las personas te hieren, te traicionan o te utilizan. Tú ya das por hecho que esto es normal y no pides el respeto que mereces. Te acostumbraste a estar en guardia permanentemente y cuando alguien hace algo agradable por ti, tu mente busca un motivo distinto porque siempre esperas que los demás te maltraten. A modo de ejemplo un pensamiento común que he visto en mujeres con esta dificultad es el de creer que “los hombres solo buscan sexo”. Esto, por desgracia, les dificulta la posibilidad de conseguir relaciones sanas y duraderas. Incluso, suele suceder en un gran número de casos que estas personas paradójicamente se sienten atraídas por parejas que no las tratan adecuadamente.

El abuso crea un poderoso sentimiento de inutilidad. Provoca que te avergüences de quien eres, te hace sentir que no mereces la pena y que no tienes derecho a hacerte valer o a defenderte.

Si sufriste de una experiencia de abuso, ya sea físico o verbal, no dejes que esto te siga afectando y busca ayuda con un profesional de la psicología.

Recuerda, que tú también mereces ser feliz.