Cuando la TIMIDEZ nos quita la palabra

En mi experiencia como terapeuta me he encontrado con numerosas personas que llegan a consulta debido a que tienen cierta dificultad para comunicarse y relacionarse con los demás.

Algunos se muestran tímidos cuando deben realizar una exposición en la universidad o en el trabajo. Hay otros que se sienten inhibidos cuando su jefe los interroga y les hace alguna crítica. También están a los que les gustaría intervenir y proponer ideas en sus reuniones de trabajo, pero que no pueden, ya que se quedan paralizados,  atrapados en sus dudas y pensamientos temerosos. No se arriesgan a dar su opinión porque consideran que su intervención puede ser desatinada, tonta o aburrida. Incluso, es muy común que en vez de concentrarse en la tarea que tienen frente, se distraigan pensando en sus desaciertos, en lo mal que lo están haciendo y en las consecuencias negativas que vendrán a futuro.

El panorama se complica aun más cuando estas personas deciden evitar exponerse a este tipo de situaciones. Este comportamiento empeora la situación, ya que aumenta los pensamientos catastróficos que hacen a los supuestos “peligros” más terribles de lo que en verdad son. Esta conducta de evitación no les permite entrenar sus habilidades sociales y tampoco les da la chance de probar que son capaces de exponer, aportar y participar.

Asimismo, muchos de ellos no son conscientes de que las emociones y sentimientos que los paralizan nacen del miedo a ser rechazados.  En general esto es debido a que han tenido experiencias de bullying en el pasado o padres que fueron demasiado exigentes con ellos y por eso se exigen para lograr el agrado y el reconocimiento de TODOS los demás.

Ven el mundo de manera polarizada, etiquetándose a sí mismos como personas deseables-indeseables o perfectas-inútiles. En su pensamiento no hay grises.

Por ello, siempre les digo a mis pacientes que padecen este tipo de problemática que su percepción del mundo afecta en cómo se sienten y en cómo se comportan. Sin decir que esto también tiene sus consecuencias en la valoración que hacen de sí mismos. En general son personas que tienen un muy bajo concepto de sí mismos y que deben trabajar su autoestima.

Para eso estamos los psicólogos cognitivos, para que con trabajo y técnicas de reestructuración de pensamientos podamos cambiar la forma de cómo te ves a ti mismo y de cómo ves a los demás, para minimizar el peligro de un posible rechazo, a fin de que puedas hacer lo que te propones con éxito y logres vivir la vida a pleno.