El concepto de autoeficacia fue desarrollado en 1980 por el psicólogo Albert Bandura y hace referencia a las creencias que un individuo tiene sobre sus propias capacidades y habilidades para ejecutar acciones que tiendan a resolver problemas o alcanzar ciertos logros.
El lector seguramente intuirá que los pensamientos que cada uno de nosotros tiene acerca de nosotros mismos, del mundo y los demás, cobran un valor muy importante y radical, ya que finalmente determinan nuestro nivel de eficacia.
Como les digo muchas veces a mis pacientes; Una cosa es enfrentar un reto pensando en las consecuencias de un posible fracaso y otra es afrontarlo pensando en la oportunidad que representa para aprender y crecer. De igual forma, al tener que enfrentar tareas difíciles aquellos que tienen un bajo nivel de autoeficacia suelen centrar su atención en sus debilidades en vez de utilizar sus recursos cognitivos para idear o planificar la mejor acción a seguir. Por ello es fundamental la temática y la calidad de nuestros pensamientos.
Considero fundamental, en una primera instancia, entender cuál es nuestro patrón de pensamiento para luego corregirlo, ya que lo que pensamos impacta directamente en nuestra conducta y en nuestras emociones. El sentimiento de autoeficacia actúa como un sistema que regula nuestro esfuerzo y perseverancia para lograr un objetivo.
Para potenciar la AUTOEFICACIA es muy útil seguir estos puntos:
1. Centrar nuestros pensamientos en los logros que hayamos alcanzado recientemente. En este caso no se trata de ser positivos, sino realistas en cuanto a los resultados que hemos logrado en el pasado. De igual forma ser realistas en cuanto a nuestro desempeño, ya que muchas personas que aun no han desarrollado su autoeficacia tienen una percepción distorsionada y en extremo negativa de quiénes son y lo que han conseguido.
2. Evaluar el desempeño de los demás ya que las personas con una autoeficacia pobre tienden a percibir erróneamente que los demás necesariamente se desempeñan mejor que ellos. De hecho, lo que comúnmente hacen es compararse con los que realmente sobresalen.
3. La ansiedad influencia de manera negativa nuestro desempeño, pero lo hace en mayor medida si nos concentramos en ella. Es importante entrenarte y aprender a no concentrarte en los síntomas propios del estrés y de la ansiedad, como; la sudoración, hiperventilación, tensión en los músculos, etc.
4. Algo que muchas veces es útil es definir tus objetivos en tiempos y etapas cuantificables. Tener un orden previo ayuda a disminuir el estrés.
5. Finalmente, usar la imaginación para centrarnos en recuerdos o cosas que nos agradan puede ayudar a descartar los pensamientos ansiogenos y distorsionados. Tomate un minuto para imaginar un lugar bonito o una comida que te guste antes de exponer, realizar una presentación o comenzar un proyecto nuevo.
Con entrenamiento y dedicación es posible desarrollar una mejor autoeficacia. Anímate a consultar con un profesional que te pueda guiar y entrenar para ser una mejor persona.